lunes, 21 de septiembre de 2015

Extraño a alguien a quien no conozco

Esperé sentada en el quinto escalón mientras el silencio me susurraba una canción al oído. Por un momento pensé que quizás, él también esperaba. Acostado en su cama, mirando el techo; buscando formas e inventando historias de dragones y criaturas fantásticas. En un bar con un vaso en la mano y la mirada tensa hacia la puerta, o simplemente perdido entre la multitud desolada. En el trabajo, mirando el reloj cada medio minuto, anhelando que la aguja pequeña señale el número cinco y la aguja larga, el número doce. En la parada de colectivo, en el banco, en la cola del supermercado, en una plaza cualquiera... ¿o quizás en una playa? No lo sabía, pero lo imaginaba
Un pensamiento me llevó a otro pensamiento y ese a otro y así sucesivamente, formando una serie de escenas que se reproducían de manera constante y obsesiva. Necesitaba conocer, saber qué hacía los domingos por la tarde, si jugaba al futbol con sus amigos o almorzaba con su familia...¿Y si llovía? ¿Se entristecía o se alegraba? ¿Escribía los poemas más tristes del corazón o miraba su película favorita mientras comía una barra de chocolate? (¿blanco o negro?).
Giré hacia atrás, creí escuchar que alguien venía. Miré a mi alrededor y vi una mancha en la pared que me llamó la atención, pero sólo bastaron cinco minutos para abandonar mi cuerpo y volver a imaginar. Me acordé de sus manos y me pregunté cómo sería su forma de acariciar. Quizás al besar le gustaba abrazar por la cintura o simplemente tocar el cuello. 
A veces intentamos generar una conexión con otra persona así sea por pensamientos y deseos inventados. Imaginamos que mira la ventana mientras piensa que tiene el corazón roto desde el 30 de abril, o que dibuja la cara de una mujer que casualmente tiene nuestros ojos, nuestros labios, nuestras pestañas... Hay una necesidad intensa, sembrada en el lado más oscuro de nuestro inconsciente que vamos regando con recuerdos, anhelos y esas cosas que la mayoría denomina <efímeras>. Y me pregunto si la sensibilidad con la que toca cada canción se corresponde a algunas de esas cosas, o a un alguien idealizado o des-idealizado. Quizás no piense en nada, aunque eso me parece imposible. Siempre pensamos en algo, y pensar en nada, en definitiva, es pensar en algo que ya no es o que ya no está... La ausencia hace estragos con nuestros sentimientos y nunca estamos seguros si lo mejor es fluir o empujar, armar o desarmar toda estructura interna con el único fin de ver qué es lo que hicimos con nosotros mismos, a dónde fuimos, con quién y para qué. Las ganas de volverlo a ver, así sea en una esquina agachado atándose los cordones, me arrebatan la voz a cambio de una esperanza barata que me hace suspirar constantemente; llenándome de imágenes que no sólo guardo en mi memoria, se quedan a vivir en mi pecho, en lo más hondo, en lo más íntimo
Y yo sé que no me conoce, no me espera, no me sueña, ni siquiera me nombra. Tampoco hay trenes, ni dibujos pegados afuera de su casa...sólo un vaso de café roto, alguna que otra conversación y un poema que le dedico aún sin leer.  
  

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