domingo, 23 de marzo de 2014

Locura Divina



El arte, lo todo.

Eso que golpea el pecho, la realidad, los ojos, el alma

Muchas veces me preguntaron que quería ser,

y no dije feliz, no. No dije nada.

Años preguntándomelo a voz alta, gritando, diciéndolo bajito casi como un susurro a mis propios oídos, a mi corazón…

Cuando la respuesta estuvo ahí, siempre ahí. En mis anhelos, en mis sueños, en esos tontos poemas, precarios, inútiles de mi adolescencia.

En mi nouvelle policial, en mi almohada, en mi cuarto, en mí…



En ese escalofrío que me corre por el cuerpo cada vez que escucho I dreamed a dream

En la temperatura del sofá cada vez que leo Sherlock Holmes.

En las tablas, en las butacas que se me aparecen como visiones y la gente, la gente aplaudiendo, elogiando, abucheando

Y yo ahí en medio de la ovación formidable y el cierre del telón, esperando anciosa su nueva apertura.

La gran pantalla en acción, en el transcurso de las escenas; actuando, creando, llorando, amando…

En el escenario cantando, emocionando, -me. Las máscaras, el vestuario, los demás, la salida, la entrada ¡acción!

Lo visionario, lo ingenioso, lo animado, lo humano

La música, los sueños, el sol, la luna, la natura. ¡qué de maravillas!

No había nada más que cuestionarme, siempre supe lo que quería ser, en realidad ya lo era, lo estaba siendo, nunca dejé de serlo.



Soy un artista, sí lo soy. El arte me corre por las venas, por el pelo, por mis ojos, por todo el cuerpo. Soñarlo es serlo, vivirlo ni te cuento.

Porque el arte es vida, y mis sueños están llenos de eso y yo,

me apiado de aquél que cree que está muerto en vida, y lo libero. Le deseo los mejores sueños que pueda tener,




Y vida, ¡pura vida!


                                                                                                                                 El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles
                                                                                                                           es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo 
                                                                                                                          desconocido. Para los valientes es la oportunidad
                                                                                                                                                                                                  Víctor Hugo

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