jueves, 10 de julio de 2014
De un rinconcito que no sabía que existía
La estrella estrellada azulada anhelada clavada, podrida de amor
la tela que cubre aquel rostro que no quiere dejarse ver
el ojo sobresaliendo del sol que de dorado, no tiene nada
el sueño asomando casi por casualidad, se filtra en una realidad que jamás existió
el mar testarudo revoltoso, impregna en los pies, en los tallados pies
Recopilando momentos que da nada sirven, me quedé con la angustia incesante, tediosa, adictiva. La transición me envuelve, con la energía incandescente, el cosmos mágico, lo infinito plasmado sobre el tablero. Descubrí que el miedo, el miedo más grande no se le tiene a la muerte, sino a los finales.
Los finales trágicos, dolorosos, rencorosos
finales que no son principios, finales que son sólo finales
finales que estresan, que desarman, que destruyen,
que manejan la posibilidad de no volver a verte nunca más
Amante del azar, pretendo jugar con las cartas que me quedan. Construir castillos, si es posible, no sé. Jugando con la suerte que pocas veces me tocó, me sonrío pensando que es el momento, mi momento
(momento que es sólo mío)
momento que se filtra y se extiende en un tiempo que me creo mientras bailo un rock en tus ojos
momento que se dibuja en un espacio irreal,
en la maravilla de tu risa,
en las pestañas de las mujercitas,
momento que es eso, un momento, el instante irrepetible
la muerte siendo una niña jugando a las cacerías
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hola lu muy lindo tu blog, un beso que andes bien :)
ResponderEliminarGracias miles, Stefi! Besote.
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